8 de marzo de 2017

La Cena convoca a todos en la Catedral (Diario de Cádiz)


Hay detalles, por pequeños que sean, que marcan la diferencia. Que abren una grieta entre lo que se realiza sin más, y lo que se celebra de manera destacada. Y en el día de ayer, los hermanos de La Cena demostraron a base de pequeños detalles que el vía crucis general de hermandades de Cádiz goza de relativa salud. Es cierto que sigue faltando público -llama la atención que el acto cuaresmal en el que se unen todas las hermandades, y con ello todos los cofrades de la ciudad, no coseche una cuota de seguimiento mayor tanto en los traslados como, sobre todo, en el rezo de las estaciones dentro de la Catedral-, es cierto que se siguen produciendo los mismos errores en la organización por parte del Consejo, pero no es menos cierto que cada vez la hermandad elegida pone más ilusión, más trabajo y más entrega en este acto que saca la Cuaresma a las calles de Cádiz. Unas calles que en el recorrido del vía crucis lucieron ayer sin decoración ni signos del Carnaval que tan solo 24 horas se repartía por todo el casco histórico.

En apenas unos años, hemos pasado de una simple parihuela forrada de tela que prácticamente cada Cuaresma era cedida a la cofradía cuyo titular presidía el vía crucis, a buscar las andas que mejor convengan a la imagen en cuestión y que estén a la altura de un acto que en lo estético ha ganado notablemente. El último escalón lo subió ayer la hermandad de La Cena, que trasladó al Señor del Milagro a la Catedral en unas andas de madera tallada y dorada que llamaron la atención tanto por su volumen -¿dónde está la línea que separa el concepto parihuela del concepto paso procesional que quiere diferenciar el Obispado cuando habla de vía crucis?- como por el buen resultado que daba a la imagen, iluminada por unos curiosos candelabros de cuatro brazos rematados por faroles y exornada con tulipanes, lirios, claveles, espiga, uvas y minoclaudio. 

Hasta Setenil de las Bodegas se marcharon los cofrades de La Cena a buscar parihuela para el vía crucis, cedida por la hermandad de Los Negros; y el resultado cuajó de manera rotunda. Como también resultó más que aplaudida la vestimenta del Señor, con túnica de damasco color morado y con un mantolín bordado cedido por el Nazareno de Jerez. "Lo que cambia una imagen cuando viste con ropa bordada", decía ayer un cofrade al ver pasar la parihuela por San Juan de Dios. En el apartado de préstamos, conviene reseñar también el de las dalmáticas del cuerpo de acólitos, cedidas por la hermandad de los Dolores de La Línea de la Concepción.

La destacada presentación del Señor en la calle se culminó con otro detalle, en este caso musical: la hermandad rehuyó en sus traslados de los habituales motetes del trío de capilla (acompañamiento musical 'obligado' por el Consejo para este acto), que fueron sustituidos por plegarias, cantos litúrgicos y piezas propias de la corporación.

Junto a la parihuela y el modo en que el Señor acudiría a la Catedral, el otro elemento destacado de la jornada de ayer era el adelanto horario con respecto a años anteriores. Una hora antes -a las ocho de la tarde- estaba convocado el acto penitencial que une a los cofrades en el primer Lunes de Cuaresma; y una hora antes de esa hora (a las siete) partió desde Santo Domingo el cortejo, del que formaban parte, con excepciones, cuatro representantes de cada una de las corporaciones de la ciudad, ya sean de penitencia o de gloria.

Facilitar que el público pueda participar en la totalidad del rezo de las estaciones y acompañar luego a la imagen al templo correspondiente o, dicho de otro modo, propiciar que en este vía crucis general y sus traslados haya más público en la calle y en la Catedral era el objetivo principal de esta decisión que venía reclamándose desde hace años. Y el resultado, a priori, es satisfactorio, ya que era constatable que al terminar el vía crucis había más público que otros años, aunque no de manera exagerada, en el recorrido de regreso.

No obstante, este adelanto horario 'chocó' con el retraso que fue sufriendo la organización prevista. El Señor de La Cena entró en la Catedral con quince minutos de retraso sobre el horario previsto (a las 20.15 horas), finalizando el vía crucis a las 21.40 horas (diez minutos más tarde de lo previsto) y acumulándose un mayor retraso en la llegada de la imagen a Santo Domingo, accediendo en torno a las 22.40 horas (cuando estaba previsto que lo hiciera a las diez en punto de la noche). 

El traslado de ida dejó estampas del Señor por Manzanares o Villalobos, originándose un repentino silencio en la plaza de la Catedral, con bastante público a esa hora de la tarde, cuando la imagen hizo acto de presencia para enfilar Arquitecto Acero y llegar al templo, donde estaba aguardando el obispo diocesano, Rafael Zornoza. Junto a él, fue destacado también ayer la amplia presencia del clero en este acto cofrade. El delegado episcopal de Hermandades, Juan Enrique Sánchez; el deán de la Catedral, Guillermo Domínguez Leonsegui; los párrocos de Santa Cruz y La Merced, Rafael Fernández y Balbino Reguera; los dominicos Pascual Saturio y Francesc Xavier Catalá (este último marchando de preste tras la parihuela en los traslados); o el franciscano Francisco González participaron del rezo de las estaciones.

También pudieron participar de este acto las personas sordas, ya que en la escalinata del altar mayor se tradujeron al lenguaje de signos las lecturas y meditaciones que los distintos lectores fueron completando, haciendo así partícipes -como viene siendo habitual en los últimos años- a todos los que ayer quisieron unirse en torno a La Cena del Señor, aunque la megafonía jugó una mala pasada en ocasiones al resto del público.

Fue más corto ayer el tránsito del cortejo por el interior de la Catedral, ya que el recorrido habitual del vía crucis fue recortado por delante del coro, al encontrarse en la parte del trascoro la infraestructura de las visitas turísticas. Además, quedó reducido también el acceso, no abriéndose este año la puerta de Poniente para la entrada y salida de los asistentes que no formaban parte del cortejo.

Con el Señor de nuevo en Santo Domingo, tras pasar por 'su' calle Sopranis, daba la ciudad por concluido un nuevo primer lunes de Cuaresma en el que la estética y la labor cofradiera volvió a brillar, en el que el acto penitencial de las cofradías confirmó su buena salud y en el que, en esta ocasión, La Cena congregó a todos.
Pablo Manuel Durio
Diario de Cádiz